El presidente de Rusia, Vladímir Putin, alaba el papel de los militares del país por evitar un derramamiento de sangre y “una guerra civil” en el motín de Wagner. “Ustedes protegieron el orden constitucional, la vida, la seguridad y la libertad de nuestros ciudadanos, salvaron nuestro país de conmociones, detuvieron una guerra civil”, ha destacado este martes Putin durante un acto en la plaza de las Catedrales del Kremlin con representantes de las agencias de seguridad y de Defensa de Rusia. El sábado, el grupo paramilitar privado Wagner, encabezado por Yevgueni Prigozhin, anunció un levantamiento armado contra el mando militar ruso después de acusar al Ejército de Rusia de matar a un “gran número” de sus miembros activos, en un bombardeo contra las posiciones de la compañía militar privada; esto fue negado fuertemente por Moscú. Sin embargo, el motín de Wagner fue breve. Prigozhin aceptó el mismo sábado la oferta del presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, de detener el avance en territorio ruso y tomar nuevas medidas para rebajar las tensiones a cambio de “garantías de seguridad”. De hecho, tal y como ha resaltado Putin, los amotinados y las personas que habían sido “arrastradas a la rebelión” vieron que el Ejército y el pueblo rusos no estaban de su lado. Al mismo tiempo, el jefe del Estado ruso ha remarcado que sus tropas “cortaron el camino a la rebelión, cuyo resultado inevitable hubiera sido el caos”. Asimismo, Putin ha subrayado que, gracias a la reacción de la seguridad rusa, su Gobierno no tuvo que desplazar unidades que están en el frente de batalla en el territorio ucraniano, y no se perdió el control de “instalaciones estratégicas”. En este mismo contexto, el primer ministro ruso, Mijaíl Mishustin, destacó el lunes la colaboración de las máximas autoridades para aplacar el intento de rebelión de Wagner contra el país e hizo un llamado a la unidad en torno a Putin, mientras denunció que Occidente despliega “toda su maquinaria militar, económica y de información” contra Rusia.

El presidente de Brasil habla de pérdida de confianza tras la invasión a las sedes de los tres poderes, el pasado 8 de enero en Brasilia. El fallido intento de golpe de Estado del pasado domingo en Brasil, disparó una serie de interrogantes, el primero ¿es una oportunidad para el Gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva para avanzar de manera más firme contra aquellos sectores que buscan derrocarlo? El segundo ¿el intento fue definitivamente desarticulado o pueden venir otros? Abordamos estos escenarios con dos especialistas, encontramos dudas, certezas, preocupaciones y esperanzas. Según las últimas encuestas el 93 % de los brasileños rechaza los ataques a los 3 poderes —el Palacio presidencial, el Congreso y la Corte Suprema— en la capital, Brasilia. Por otro lado, existe una connivencia de las Fuerzas Armadas con los campamentos frente a los cuarteles, los familiares de los militares participando de las manifestaciones, vemos que existe una relación mucho más profunda de lo que parece. El amplio consenso social de repudio a los actos golpistas no parece ser suficiente para implementar una renovación profunda de las fuerzas de seguridad, de hecho, Brasil está lejos de ser el único país que padece este déficit. Existe un gran recelo para meterse con las Fuerzas Armadas, tenemos que presionar para que en este momento se avance en relación con eso, pero las medidas todavía son muy tímidas. En las últimas horas, el presidente Lula expresó que los militares tienen un rol definido por la constitución y que no son un poder moderador como ellos creen.